sábado, 30 de agosto de 2008

Susurros marinos (4)


En esos años de alegrías infantiles, Ella se dio cuenta de que algo la diferenciaba del resto de las niñas. Fue un día de verano, en el que sentada en el borde de la piscina, contempló un rostro vacilante en el agua. Fue aquella visión la que le produjo tal desazón que quiso borrarla ayudada por el chapoteo de sus pies, pero esa cara reflejada seguía ahí, impertérrita, arrogante, brindándole una sensación muy incómoda. Era tal su desasosiego que le hizo huir. En la carrera sin control esquivó, no sin dificultad, flotadores, chanclas y toallas, entre otros objetos, desparramados por el suelo, aunque no pudo sin embargo, zafarse de aquellas manos que la sujetaban fuertemente, sin que pudiera hacer nada.
-¿A dónde crees que vas?. Una mujer de unos cincuenta años, la escrutaba sin pestañear. Ella intentó en vano poder soltarse de aquel brazo que le oprimía y le asfixiaba, y, a duras penas, en un susurro de voz, soltó un 'suélteme' mientras sus ojos se clavaron en los de aquella señora que, segundos después, obedecía de forma solícita al imperativo de la niña, dejándola marchar. Tras correr unos pocos metros, se paró extenuada delante de la carretera que cruzaba la hilera de chalets. El trasiego ininterrumpido de los vehículos, que se dirigían hacia las playas aledañas, esa incesante caravana que parecía no tener fin, la angustió de tal forma que a punto estuvo de ser atropellada cuando uno de los 'domingueros' le espetó, acompañado por la pitada de su claxon, con un: -¡inconsciente, mira por donde vas!. El instinto de conservación le hizo regresar hasta el borde de la cuneta. (Continuará...)
La imagen pertenece a un cuadro de la artista Lorraine Shemesh

martes, 26 de agosto de 2008

Un pasado no tan lejano








Los romanos, aquel pueblo colonizador, que instauró la cultura de Occidente, creando urbes infinitas, también en la antigua Hispania, y cuyo imperio permanece aún, en parte, soterrado bajo el asfalto de muchas ciudades, asoma poderoso con construcciones que han permanecido ancladas en el tiempo y que, afortunadamente podemos seguir contemplando en nuestros días. La historia, no es sólo algo del pasado, la experimentamos también en lo cotidiano. Caminando por dos ciudades distintas, pudimos captar estas dos fotografías, dos templos romanos. ¿Parecidos razonables?. ¿Por cierto, sabriáis distinguir cuál es cuál? Espero vuestros comentarios.
Fotos: Luison y Landi

Silencio, por favor

El silencio, siempre ha provocado en mi, una paz y sosiego incomensurables.La pintada apareció durante mis vacaciones veraniegas del pasado año, en uno de los rincones de la bella lisboa. No quiero, ni mucho menos, revolver posibles rencillas, si es que las hay, con nuestros vecinos, porque, Portugal, siempre me ha parecido un pais maravilloso y los portugueses, gente bastante entrañable. Pero no he podido evitar publicar esta imagen. Y por favor, no me griten si no les gusta. Aprovecho para enviar un afectuoso saludo a la tierra lusa.
Foto: Luison

domingo, 24 de agosto de 2008

'Edipo Rey' y Jorge Lavelli, frente a frente

Atreverse con la tragedia que Sófocles escribiera siglos atrás es, siempre, un ejercicio de extraordinaria voluntad y riesgo a grandes dosis, un reto al que Jorge Lavelli, veterano director de escena francoargentino, se ha enfrentado como si se tratara de un rito 'iniciático' del que hay que salir airoso. Edipo, rey de Tebas, atormentado por lo 'divino', angustiado al saber que mató a su padre y se casó con su madre, concentra la esencia de la naturaleza humana siempre bañada por la contradicción. El pasado jueves, (las representaciones terminan hoy domingo), tuve ocasión de asistir a una de ellas. Me tentaba la oportunidad de presenciar una tragedia con mayúsculas como 'Edipo Rey' en un teatro soberbio como es el de Mérida. Leyendo días después algunas de las declaraciones de Lavelli acerca del recinto, me percato en que el escenario es el mejor para poner en escena esta obra. Como espectadora, dejando a un lado mi profesión periodística, compruebo que el trabajo del director es eficaz y correcto.

El entusiamo de los actores protagonistas: Ernesto Alterio como Edipo y Carme Elías como Yocasta, y las 'tablas' de Juan Luis Galiardo como el adivino Tiresias y otros actores magníficos como Guillermo González o Francisco Olmo, contribuyen extraordinariamente a su redondez, sin olvidar a los 15 actores de reparto que conforman un coro minimalista más cercano a la fantasmagoría expresionista del cine alemán de los veinte.
El ascetismo del vestuario, la iconografía resulta sorprendente. Uniformados, los actores asemejan un militarismo, propio de postulados sincréticos de la época bélica de los treinta-cuarenta. Un esteticismo intencionado para elevar más si cabe la profunda sabiduría del libreto del autor griego. Y la declamación, en el caso de Alterio, y esa impostura amanerada reforzada por retorcidos y espasmódicos movimientos. Es esa puesta en escena sin florituras, casi desnuda, la que da brillantez a la obra. Lástima que esa belleza escénica se pierda por momentos en las gradas, donde la incomodidad por la estrechez de los asientos, impida a veces, más en los minutos finales, disfrutar plenamente de un gran espectáculo. Aún así, todo se perdona.
Fotos: Landi