domingo, 20 de julio de 2008

Susurros marinos (1)


No podía resistirse. El contacto de la arena en sus dedos le gustaba. Embriagada de atardeceres, Ella, la protagonista del relato, adormilada por la brisa del mar, entraba en un trance atávico, era casi un ritual. A esas horas en la que el soporífero calor del mediodía ya ha huído, y en el que el sol inicia su viaje hacia el ocaso, Ella se dejaba convencer por los susurros marinos que, irremediablemente le atraían hasta aquella esquina de la playa donde, todos los días, su cuerpo era acariciado. Tendida, en posición oblicua, miraba el mundo de otra forma. Como si quedara sumida en un 'nirvana' transportador que conseguía aliviarla. Un grupo irregular de sombrillas, en apariencia sin dueño, y varias parejas entrelazadas, a lo lejos, conformaban su universo más cercano. Con el sol casi marchito, su pensamiento irrumpía en imágenes, algunas cercanas, otras empolvadas por los recuerdos, pero todas placenteras. (Continuará...)
La obra es de Fernando Botero, Medellín (Colombia). 1932

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